La semana anterior os traíamos varias ideas para preparar con tiempo la vuelta al cole; hoy vamos a adentrarnos un poco más
en la vuelta a la rutina de los adultos. El síndrome postvacacional es un
hecho, no podemos obviarlo, y conviene afrontarlo cuanto antes mejor.
La vuelta a la cruda
realidad
La rutina del día a día: levantarse pronto, correr para
llegar al trabajo, aguantar las broncas de los jefes o el malhumor de los
compañeros, afrontar responsabilidades diversas…la vuelta puede ser dura,
aunque depende del carácter y la madurez de las personas.
Los síntomas, que parecen “normales”, suelen ser cansancio,
fatiga, falta de apetito o de concentración, falta de sueño, dolores
musculares, falta de interés o nerviosismo, cambios de humor, etc. Este
conjunto de síntomas no está aceptado como una enfermedad, ni todas las
personas lo padecen. De hecho, hay muchas personas que vuelven al trabajo con
las pilas cargadas, con ganas de mejorar en el trabajo, de innovar e, incluso,
se comen el mundo. Han descansado completamente, o son vitales y optimistas, y
eso marca la diferencia.
Sea como fuere, sepamos que este síndrome es pasajero, por lo
tanto, no hay que asustarse, pero sí hacerle cara, porque se pasa mal. Hay
personas que optan por no aceptarlo, y se implican en múltiples actividades,
fiestas y semejantes, con el fin de olvidarse del malestar que les supone la
rutina, pero no es la solución.
Pautas para superarlo
Los especialistas dan muchos consejos para ello, pero hemos
hecho un resumen y extraído ideas muy concretas; interesante es el artículo de La mente es maravillosa.
Lo mejor es que cada uno concrete aún más cómo ponerlas en
práctica:
·
Programar
el regreso a casa un día antes para poder organizar y descansar lo necesario
antes de empezar en el trabajo.
·
Hacer
una lista de nuevos retos que motiven e ilusionen. Programar un calendario para
llevarlos a cabo.
·
Buscar
un modo personal de relajarnos y desconectar. Así, en el enlace mencionado,
aconsejan no dejar de hacer las cosas que hacíamos en las vacaciones, como ir a
la piscina, pasear por la playa, ir de compras o tomarnos un helado con un
amigo. Estos pequeños placeres, nos aportan mucha gratificación emocional y
salud mental
·
Respetar
las horas de sueño.
·
Siempre
que sea posible, tomar las tareas laborales poco a poco, priorizando las más
importantes y más placenteras.
·
Acostumbrarse
a los horarios progresivamente, pero sin caer en una rutina. Organizarse y
divertirse.
·
Hacer
deporte, sea el que sea, para relajarse después de la jornada laboral.
·
De
vez en cuando, hacer escapadas con la familia, la pareja o los amigos. Es un
modo ideal de recuperar la ilusión, volviendo con fuerzas en tan solo un fin de
semana.
La felicidad está en lo
pequeño
Así lo han dicho muchos filósofos, santos y gente sabia. Si la
buscamos en lo de cada día, descubriendo lo profundo y lo bonito de la vida,
seguro que la encontraremos.
Como actitud para todo el año, es estupendo luchar por una mente optimista, eliminando los
pensamientos negativos recurrentes y modificándolos por positivos. Esto,
finalmente, nos hace más felices y, como consecuencia, nos lleva a estar más
fuertes ante las dificultades del día a día.